crisis de pareja
Cuando no me amo no puedo amarte bien
Te amo. ¿Me amas? Solemos creer que para que una pareja funcione, solo es necesario el amor mutuo. Pero olvidamos una realidad. «Cuando no me amo no puedo amarte bien».
¿Una crisis de pareja es una crisis de pareja o es una crisis personal cuyo daño colateral afecta a tu relación? Tú y tu pareja están tan «mezclados» que a veces no se diferencia cuando algo es un problema individual o mutuo. Las personas para sentirnos bien con alguien, necesitamos primero sentirnos bien con nosotros mismos. Y para amar bien, es necesario que asuma que cuando no me amo no puedo amarte bien.
Cuando no me amo no puedo amarte bien
Pero cuando me amo y me respeto, me perdono y me valoro, sano mi autoestima, procuro conocerme mejor, entenderme y sanar mis heridas del pasado, entonces, puedo amarme y recién ahí, amarte bien.
Dos factores del bienestar humano
¿Qué necesita una persona para «estar bien»? ¿Qué necesitas tú para sentirte bien y con paz mental? Está claro que sería imposible en este artículo responder la pregunta que la humanidad y millones de psicólogos se vienen haciendo desde hace décadas, pero permíteme darte mi punto de vista sobre el «estar bien» contigo para así estar bien con tu pareja. Y lo haré a través de 2 factores importantes para el bienestar de todo ser humano. La necesidad de pertenencia y la necesidad de individualidad.
Pertenencia
El sentimiento de pertenecer a un grupo, de ser parte de tu familia, de ser parte de una pareja, estar integrado con tu grupo de compañeros de trabajo, de la universidad, con los amigos con quienes compartes hobbies es un punto imprescindible para tu propia felicidad. El ser humano es un ser social. Y un ser que requiere de cuidados desde el momento del parto, si no, moriría de inmediato. En el reino animal hay muchas especies que tras desovar jamás vuelven a ver a sus «hijos». Tú no eres así. Tú naciste necesitando cuidados y pertenecer a un grupo. Y perder eso da pánico.
Uno de los miedos primitivos más paralizantes es el miedo al rechazo. Las personas con este miedo se comportan diferente a aquellas personas que no temen el rechazo de su «grupo». ¿Te ocurre esto a ti?
- Cambias tus conductas/decisiones/acciones para que mamá/papá/jefe/pareja/amigos no te critiquen ni digan nada
- Temes que si eres tu mismo podrían dejarte de querer
- Te comportas de una manera que no es coherente con tu propia esencia
- Ocultas o mientes para evitar tener que dar explicaciones
- Dices que si a lo que te piden pero luego te pesa cumplir porque hubieras preferido decir que no
En épocas remotas el peor castigo que se le podía imponer a un ser humano por sus acciones contra otros era el destierro. Desterrarlo suponía condenarlo al hambre, a no pertenecer más al grupo, a veces, a morir en la soledad. Por eso sientes la necesidad imperiosa de que tu familia, tus amigos, te aprueben, te acepten, te permitan pertenecer, incluso aunque vivas en incoherencia contigo y te estés haciendo daño.
Individualidad
Si bien, pertenecer a un grupo y estar integrado en él es importante para el bienestar de una persona, la necesidad de su propia individualidad compite con ello. E incluso es más importante. ¿Cómo puedo respetarme, ser yo mismo, independiente y coherente con mis necesidades si temo que al respetarme y ser yo pueda sufrir el «destierro» de la familia o que mi pareja me deje de querer?
Durante años, décadas o incluso pueda parecer que toda la vida, te has comportado desde el miedo al rechazo de tu familia, de los amigos. Desde ese miedo, puedes haber «sobreactuado» en busca de su amor. Me querrán si soy el mejor en mi profesión. Me querrán si soy muy bueno con lo mío. Me querrán si soy exitoso. Me querrán si soy accesible, fácil.
Este miedo viene de la infancia. Si has tenido unos padres exigentes o críticos, para quienes solo había una manera de hacer las cosas, LA SUYA, entonces es seguro que has vivido oprimido. Pero no por ellos. Por tu propia autocensura. Fue una conducta que de pequeño, te sirvió para protegerte, para evitarte la pérdida del amor de mamá o papá, para no vivir el rechazo en el grupo del cole. En su momento, «no ser tu mismo» parecía una buena idea para disfrutar de tu necesidad de pertenencia. Pero con el tiempo, y los años, llega un punto en el que estás harto de fingir, de no ser tú y eso es una olla exprés puesta al máximo y llena hasta arriba.
Vence el miedo
Cuando no me amo no puedo amarte bien. Esto supone que cuando no me amo, no me respeto, no respeto mi coherencia ni mis necesidades, estoy comportándome de una manera que me hace daño, con tal de que los demás me sigan dando su amor. Pero también supone que yo mismo me desvalorizo, me veo peor que los demás, un fracaso, mi autoconcepto es pésimo. Soy un desastre, un bueno para nada.
¿Por qué?
Porque en mi interior tengo esa batalla entre «necesitar que me amen» y mi propia individualidad luchando por expresarse. Muchas veces esta guerra transcurre sin que tu propia pareja sea consciente de ello. En mi caso, necesité oír de alguien del entorno de la amante de mi esposo me dijo «Este hombre está sufriendo mucho». Ahí fue cuando comprendí que no estábamos ante una crisis de pareja, era una crisis en la que mi esposo estaba luchando solo, con su dolor, con sus miedos, porque yo no me había dado cuenta de ello.
No leo tu mente. No puedo saber que cuando dices si, lo haces por miedo al rechazo, porque necesitas mi amor. Yo te lo doy, sin que finjas ser otro. Porque te amo por quien eres, y no por lo que haces.
Mereces ser amado
Todo ser humano merece ser amado. Por quien es. No por lo que hace o por cómo se comporta con los demás. Lamentablemente, si has crecido con unos padres que no han sabido darte amor incondicional, has crecido creyendo que el amor está «condicionado» a ser un chico bueno, a no decir quien eres, qué quieres. Puedes fingir que no duele durante un tiempo, pero a la mitad de la vida, con 40 o 50 años, esa olla exprés puesta al fuego a toda llama, explota.
Tú explotas y eso «salpica» a quienes más cerca de ti están. Cuando no me amo no puedo amarte bien significa también que te haré responsable de mi dolor, que te culparé de mis crisis, de mis problemas, de mis traumas, porque tú no has sido capaz de sanarme, de darme el amor que llevo necesitando media vida.
Una crisis de pareja ocurre cuando hay una pareja.
Y ocurre cuando una o las dos partes de la pareja sufren vacíos, arrastran heridas, y no han sabido pedir ayuda al otro de la manera apropiada para que el otro realmente comprendiera lo que se le estaba pidiendo. ¿Realmente de qué te alejas al buscar una separación? ¿De tu pareja, de la persona, o del dolor qué tú estás experimentando en tu vida?
Mereces ser amado. Por quien eres. Algunas personas estarán contigo un tiempo, por lo que tienes, porque eres una persona divertida, porque les das tu tiempo o tu dinero, o tu persona, a cambio de su atención y un poco de amor. Sin embargo, cuando tú haces esto desde el miedo y la necesidad, tu «hambre» de amor y de nuevas experiencias puede no acabar nunca. Otras personas, tu familia, tu pareja, tus hijos, estarán contigo siempre, por quien eres. Dicen que ante la enfermedad o la bancarrota es cuando realmente se conoce quien te quiere… cuando estás bien los amigos están, cuando estás mal, muchos desaparecen.
No necesitas odiar a los demás porque cometieron errores. Hace poco leía en un libro, que después de los 18 años ya no vale cargarle a papá y mamá las culpas. Y me atrevería a añadir, en la crisis de la mitad de la vida no vale cargarle las culpas a tu pareja.
La vida nos «cruza» con la persona adecuada.
La vida es un camino de aprendizaje, y aquella persona que nos lleva a un conflicto, al dolor, a veces es la persona que nos puede llevar a aprender, a crecer, a sanar nuestras heridas. Después de 34 años junto a mi esposo, (ayer además celebramos nuestro 28 aniversario de bodas) mi forma de verlo cambió por completo. Tras nuestra crisis continuamente me preguntaba: ¿Qué hay aquí para que yo pueda aprender? ¿Cómo esta circunstancia me ayuda a cambiar para mejor?
Comprendí que había vivido con miedo al rechazo, que había tenido conductas por miedo, que no había sido yo misma, que buscaba el amor por «lo que hacía» y no por quien era. Y comprendí que mi esposo actuaba igual. Afortunadamente pudimos ver que nos amábamos por encima de esa crisis, que la familia que habíamos formado juntos, nuestros hijos, se merecían tener una oportunidad de poder seguir teniendo en casa a su papá y a su mamá. Afortunadamente crecimos, cambiamos y mejoramos.
Hoy los dos tenemos nuestra individualidad pero también sabemos que pertenecemos a una familia donde nos aman por quien somos, por nosotros mismos, sin fingir ni tener que ganar ese amor condicionado.
Una crisis de pareja puede esconder problemas personales dolorosos, profundos. Tienen solución. Pide ayuda. Para divorciarse siempre hay tiempo. Para salvar la familia de tus hijos a veces solo tienes una oportunidad. Esta oportunidad.
Viki Morandeira
Coach Ontológico de Parejas en Crisis.
Las personas no cambian ¿Seguro?
Las personas no cambian. Esta frase es una constante y se dice como motivo para dejar una relación. No creo que tú vayas a cambiar en aquello que yo necesito que cambies. Si no has cambiado hasta ahora, en 15, 20, 25 años, ¿cómo voy a creer que puedes cambiar?
Pero en realidad, cuando una persona está diciendo «La gente no cambia» lo que nos está diciendo es «Yo no quiero volver a pasar por esas situaciones en las que he sufrido». También nos está diciendo «Tengo miedo a intentarlo, a que tu cambio sea pasajero, a que cuando no tengas miedo a perderme, vuelvas a ser y actuar como antes».
Las personas no cambian
En una crisis de pareja, cuando hay actitudes, malos hábitos, errores de comunicación, falta de asertividad, falta de empatía, esto puede traducirse en que la pareja viva situaciones que no le agradan. (Sentir soledad, falta de intimidad sexual, se pierde la complicidad y la conexión, etc) Estas situaciones, acumuladas durante meses, años, llevan a un punto de dolor intolerable. El vaso se llenó.
En un momento dado, este dolor, trasladado al futuro, se hace una carga muy difícil de aceptar. Si imaginamos que esa persona con quien convivimos “no cambiará” eso nos hace pensar que las situaciones que nos dolieron se van a reproducir en el futuro y que eso nos impedirá ser felices. En ese momento, y pensando así, puede que veamos como única salida el divorcio. Y así lo ve quien sufre y está en crisis, quien pudo hacer entender al otro aquello que le molestaba y que fue llenando el vaso. Salir de la relación cree que es la única solución.
A lo largo de más de una década trabajando con personas que han recibido la dura noticia de la petición de divorcio de sus parejas y durante mi propia crisis de pareja, he comprobado que NO ES VERDAD que las personas nunca cambien.
Cambiamos. Lo más REAL es el CAMBIO. En nuestra vida, todos los días tomamos decisiones y esas decisiones producen cambios.
El cambio inmediato
Enfrentarse a la posibilidad de ver rota tu familia, de imaginar un futuro en el que tus hijos vayan de una casa a otra con una maleta, te cambia. Y te cambió desde el mismo instante en el que tu pareja te pidió tiempo o te habló de separación. Tu pareja puede que no lo vea, seguramente no lo crea posible, pero escuchar un “me quiero divorciar” ya te cambió.
En tu 50% de responsabilidad sobre la relación que tienes, podía haber cosas que lastimaban a tu pareja y no lo sabías. El primer cambio es perder la ingenuidad con la que vivías. La sacudida te despierta. Abres los ojos y empiezas a ver desde otra perspectiva.
Una persona feliz no plantea un divorcio. Tu pareja no es feliz, no se sentía feliz, y el simple hecho de reconocer esta realidad, ya te cambió. Comprendes que su dolor le llevó a un estado emocional pobre en el que cree que la única solución para “volver a vivir” pasa por el divorcio.
También ocurre algo curioso. La persona que plantea el divorcio cambió, dejó de ir llenando el vaso, para decir Basta, así no quiero seguir. Se da una incongruencia, en la que sus cambios son evidentes, están ahí, pero no se permite verlos en su pareja. Por lo que comentábamos antes. Tiene miedo a que tus cambios sólo sean por miedo, por haberle visto las orejas al lobo y no una transformación profunda como estás experimentando y como tu pareja misma ha experimentado para hablar de separación o incluso llevarla a cabo.
Cambias porque aprendes o porque sufres
Si un médico te detecta una intolerancia al gluten, o una alergia alimentaria, cambias y reemplazas esos alimentos que ahora sabes que son perjudiciales, por otros que no lo son. El sufrimiento de comer ese alimento, hace que tú cambies.
Si llevas toda la vida comprando una determinada marca, pero lees una noticia negativa sobre esa marca, puedes, por principios, dejar de ser cliente suyo y buscar una alternativa. Cambias.
Si a tu hijo o a alguien que quieres mucho, le has dado siempre helados, nata, leche, y te dicen que eso es perjudicial para su salud, por una intolerancia a la lactosa, ese mismo día cambias. Reemplazas la leche por otros alimentos que no le causen malestar. Te haces experto en aquello que no le perjudica, buscas lo que le sienta bien.
Lo mismo ocurre con tus malos hábitos, con tus actitudes, con tus errores a la hora de relacionarte con tu pareja. En el momento en que tomas conciencia de que alguno de tus actos ha sido perjudicial para la persona que amas, cambias ese hábito, esa actitud, corriges ese error. No sabías que le hacías daño, pero ahora, lo has comprendido y no lo repetirás. E incluso puede que alguno de esos cambios también sea un beneficio para ti, te haga una mejor persona en algunos ámbitos de tu vida.
Cambiar implica…
Dicen que las personas cambiamos porque aprendemos mucho o porque sufrimos mucho. El dolor de sentir a tu familia en riesgo de enfrentarse a un divorcio, imaginar que tus hijos pueden sufrir, pero sobre todo, tomar conciencia del dolor de la persona que más amas en el mundo te lleva a buscar aprender de tus errores. Tu 50% lo podías hacer mejor. Asumir esa responsabilidad, incluso si tu pareja sigue pensando que las personas no cambian, es algo que a ti te hará estar en paz.
Tú ya has notado tus cambios. Se produjeron en un segundo, tras una noticia. Así como de inmediato es que dejes de tomar leche si te detectan intolerancia a la lactosa.
Pero estos cambios que tú ya has hecho, no son percibidos de la misma forma por tu pareja. NO está dentro de tu mente, no ha “sentido” tu click, y puede dudar y repetir que las personas no cambian.
Este es un punto importante, cuando te ha pedido el divorcio, tu pareja te ha pedido alejarse de su dolor, de las actitudes, errores o malos hábitos que sin que tú supieras, le generaron dolor. Tiene miedo que tus cambios no sean permanentes, sino algo pasajero.
Las personas no cambian
Algunas personas expresan ese temor, llegan a decir: “temo que sea porque le has visto las orejas al lobo, y que cuando yo acepte quedarme, regresar, tú te olvides de que eso me generaba dolor y yo otra vez vuelva a sufrir”. En realidad, esto es lo que sienten, lo que piensan, pero lo que dicen puede resumirse en un las personas no cambian.
Cuando tu pareja te dice “las personas no cambian”, lo que te está diciendo es: Temo volver a sufrir. Tengo mucho miedo de que se repitan situaciones en las que he sufrido y me sentiría muy mal conmigo mismo si regreso y esto ocurre.
No puedes cambiar el pasado, pero si puedes analizar todas las situaciones que han sido tensas o dolorosas entre ustedes, escuchar sus quejas, para comprender hoy lo que no habías comprendido antes. Tu pareja puede haber sacado una larga lista para justificar porqué tú le has tratado mal, no le has querido, y pueden ser incluso eventos de cuando aún eran novios. ¿Por qué? Porque cuando alguien está teniendo una infidelidad y piensa en dejar a su familia, a sus hijos, a su pareja, no puede hacerlo «por que sí». La mente le «ayuda» llenándose de disonancias cognitivas.
No es una tarea fácil. Decía Mark Twain
Es más fácil engañar a la gente, que convencerlos que han sido engañados.
Hagamos una reflexión sobre esta frase.
Creemos todo lo que nos dice nuestra mente. Lo que tu mente cree como real, es para ti real. Lo que tu pareja hoy cree como verdad, en este instante es su verdad. Muchas personas inteligentes se ven engañadas por su propia mente, cuando creen, por ejemplo, que una crisis de pareja solo tiene un culpable, el otro, o cuando piensan que el otro nunca cambiará. Los sesgos, heurísticas y pensamientos distorsionados son «mal funcionamientos» mentales que todos tenemos, pero que nadie nos explicó que existían.
Ya cambió
Y ambos tienen un 50% de responsabilidad. Te guste o no. Lo quieras creer o no.
¿Por qué no cambió antes?
Cambias porque comprendes. La persona que más amas estaba sufriendo, y ese es el motivo más poderoso para el cambio. ¿Porqué antes no y ahora si?
Lo mismo puedes preguntarle a tu pareja, ¿por qué antes no cambiaste y ahora si? Si hay una tercera persona no hace falta que te responda. La mayoría de las personas en esta situación creen valiente vivir esa aventura, ser como adolescentes nuevamente, retomar la juventud, y ven como cobarde quedarse en la seguridad de su hogar, junto a su esposa y sus hijos. Las cifras de separaciones y divorcios está llena de valientes. Cuando lo realmente valiente es sentarte frente a la persona a quien elegiste para formar tu familia y abrir tu corazón, llorar juntos, aprender y crecer juntos, para darle a sus hijos la posibilidad de tener siempre una familia, como quizá tú y tu pareja la tienen.
Para divorciarse siempre hay tiempo. Para salvar una familia, una pareja, a veces solo tienes esta oportunidad.
Cambiaste ahora, porque no sabías que había algo que cambiar. Así de simple. Solo un psicópata repite conductas y actitudes que lastiman a su pareja. Los demás lo hacemos por ignorancia, porque somos diferentes, porque el otro no ha sabido expresar sus necesidades. Recordemos que una de la premisas de la comunicación dice: La responsabilidad de que la comunicación se produzca es de quien tiene algo que comunicar. Y si hablas y el otro no responde según lo que tú esperas, es porque no ha habido verdadera comunicación.
Un reciente estudio confirma que cambiamos.
Y que las personas SI cambian no lo digo yo. Puedes leer este estudio llevado a cabo en 50.000 personas.
Las personas cambian, claro que si
Casi 2 millares de personas con las que he trabajado podrían sumarse a ese estudio. Una crisis les sacudió, el dolor de su pareja se hizo evidente y cambiaron. Hoy son 2 mil hombres y 2 mil mujeres felices gracias a superar esta crisis.
Viki Morandeira
Coach Ontológico de Parejas en Crisis.
¡¡20 años juntos y me ha pedido el divorcio!!
21 años juntos y me ha pedido el divorcio
Eso pensé yo. Tantos años juntos y me ha pedido el divorcio. No podía creerlo. Puede que ustedes lleven 15, 17, 22…. A cada pareja puede ocurrirle a una edad de “vida en común” diferente, pero si nos atenemos a las estadísticas de divorcios en España, la mayoría de las rupturas se dan en parejas de más de 20 años de casados. ¿Es inevitable que ocurra?
Desde el 2010 acompaño en procesos de coaching a mujeres y hombres en crisis de pareja y puedo decirte que el divorcio ES EVITABLE.
Una crisis de pareja puede llegar como una gran tormenta a alterar la calma en tu hogar. De pronto todo lo que creías que existiría para siempre se ve amenazado y la situación es seria, muy dolorosa. Por lo general, así es como muchas mujeres empiezan a trabajar en aprender como evitar el divorcio.
El divorcio, ¿cada día más aceptado?
Que muchas parejas lleguen al divorcio no significa que sea algo que tú tengas que aceptar. Si te has casado para toda la vida, ¿por qué no darle una oportunidad a tu relación, a tu familia, para mantenerse unida, superando esta crisis?
Si analizas los datos de los divorcios en España, es sorprendente como la gran mayoría de los divorcios ocurre en los matrimonios más largos, los sólidos, los consolidados, los que creíamos a prueba de rupturas. Otro dato a tener en cuenta es la edad media de las personas al divorciarse. La mayor cantidad de divorcios se da en la franja comprendida entre los 40 y los 49 años. ¿Crisis de los 40? Demasiada coincidencia para no prestarle atención a esto.
Aunque estén en una crisis, no necesitas un divorcio para que ambos puedan ser felices, sino hacer algunos ajustes. Comprender que por algo la relación tenía fisuras es imprescindible.
Señales de peligro
- ¿Sabes cuáles son tus necesidades y las de tu pareja? ¿Las han expresado adecuadamente o en forma de quejas, críticas y reclamos?
- ¿Han tomado decisiones por el bien de la familia, por las que están pagando un alto precio en bienestar emocional?
- ¿Exceso de horas de trabajo, largos desplazamientos, trabajos en los que no son felices?
- ¿Rutina y monotonía? ¿Están siempre cansados o sin tiempo para ustedes?
- ¿Las peleas por tonterías son algo que no pueden evitar?
- ¿Los hijos han acaparado el tiempo y la atención?
Nadie habla de divorcio si es feliz. Diversas situaciones desencadenan un estado emocional negativo, no están felices…. y esto les lleva a un estado emocional pobre en el que pueden creer que la única solución para “volver a vivir” pasa por el divorcio.
Hay señales evidentes que pueden avisarte que tu matrimonio está en peligro. Pero desde dentro no lo veías venir. Ni tú ni ninguna de mis clientas, cuando su esposo les “suelta la bomba” tenían idea de que la situación fuera tan grave como para llegar a un divorcio.
El conflicto constante
Te has preguntado con incredulidad si tan grave era eso que tu pareja te reclama, al punto de querer romper la familia. Quizás has pensado que peleaban por tonterías, como toda pareja. El motivo real NO son esas peleas. Eso son sus argumentos para explicar porqué ha pensado que separarse es la única opción. Su vaso se llenó. Los temas de las peleas son secundarios. Lo importante es cómo se han sentido en cada conflicto y cómo lo han gestionado. Puede que el motivo sea poco importante, pero el dolor de una discusión no es proporcional a la importancia del motivo.
En esas discusiones tontas lo que más peso tiene es nuestra actitud. Si se han lastimado emocionalmente, si uno se ha sentido obligado a hacer algo de una manera con la que no estaba de acuerdo, si el enfado ha durado demasiado, incluso si han llegado a no hablarse durante algún tiempo; todo eso pesa y es la diferencia entre una pelea tonta o una muy importante.
Uno de los reclamos más habituales en una pareja en crisis es el hecho de no sentirse comprendidos por el otro. Fallamos en el arte de escuchar. No tenemos habilidades de escucha activa y eso hace que escuchemos para responder, y no para comprender lo que la otra persona siente.
Las quejas y reclamos
Ante una queja de tu pareja, ¿qué haces? ¿Te justificas? Al escuchar para responder, como una queja es una necesidad mal expresada, tú te defiendes, te lo tomas como algo personal y explicas los motivos por los que no has hecho algo. Al sentirlo como un ataque personal, te defiendes. Pero lo necesario es hacer preguntas. ¿Qué necesidad está expresando mi pareja? Detrás de una queja o un reclamo siempre hay una necesidad de la otra persona, que, por ser algo que ha ido acumulando, te lo suelta de una manera agresiva.
En muchas parejas, uno o ambos, puede tener falta de asertividad. Una persona que ha sido tranquila, puede pasar de una conducta pasiva a una agresiva por una pelea «tonta». La personalidad pasiva no habla. El hombre, en general, tampoco expresa sus emociones. Y esto hace que quien no ha sabido expresar sus necesidades, quien no se ha sentido comprendido por su pareja, pase de un comportamiento pasivo a un comportamiento agresivo, algo bastante difícil de comprender por la otra persona.
Una crisis de pareja nos da la oportunidad de conocernos mejor, de expresar todo aquello que llevamos guardando, gota a gota, en un vaso que está lleno…. Es necesario asumir que no hay un único responsable de una crisis matrimonial. En un 50% nosotros habremos cometido errores y nuestra pareja será responsable de su 50%.
Me equivoqué
Para recuperar a tu pareja, evitando una ruptura familiar, y buscando refundar la relación, es necesario asumir con humildad tus errores. Aquellas peleas tontas seguramente podrían haberse dado de manera distinta y no serían una gota más en un vaso rebosante.
Si bien no puedes cambiar el pasado, si se puede reencuadrar, analizando todas las situaciones que han sido tensas y dolorosas entre ustedes, tratando de comprender hoy lo que no has comprendido en su momento. En una crisis que te pone al borde del divorcio, suele ser habitual que tu pareja se queje y reclame por situaciones que apenas recuerdas, que no sabías que le habían dolido. Algunas incluso de antes del matrimonio.
¿Por qué, luego de 20 años, surgen los reproches, quejas y críticas de situaciones tan lejanas? Por tres motivos:
- no se resolvieron bien en su momento,
- la persona que no habló o no se sintió comprendida ha pasado de pasiva a expresar ese dolor de manera agresiva
- y en la gran mayoría de las crisis hay una tercera persona con quien estamos siendo comparadas.
Si tu pareja está teniendo una relación paralela, si ha entablado una amistad íntima, una relación personal con una tercera persona, eso hará que te compare. Que constante y de una manera bastante imparcial, compare cómo se siente en casa con cómo se siente con su compañera de trabajo o amiga. Pero claro, solo compara todo lo que has hecho mal. Sin poner en la balanza tus bondades, los buenos momentos, lo que aportas a la relación, sino solamente aquellas situaciones en las que hubo conflicto, en las que sufrió y no hubo una resolución saludable de la disputa.
La solución definitivamente no pasa por el divorcio.
Por lo menos no en la gran mayoría de casos. Si lo que sienten es la necesidad de vivir de manera diferente, de hacer cambios, de dejar de sentirse asfixiados, en estos casos si es posible mantener la relación y evitar el divorcio.
En muchos casos, luego de una relación de larga duración, se puede creer que la decisión valiente es el divorcio. El hombre suele pensar que salir allí fuera y arriesgarse a vivir esa aventura es algo valiente. Y cree que la decisión cobarde es quedarse, volver a callar, no resolver los conflictos. Desde la experiencia profesional y personal, la decisión que les hará más felices es enfrentar la situación. Asumir cada uno su parte de responsabilidad, abriéndose a la escucha activa y la comunicación empática, analizando cuáles son los cambios y mejoras que pueden hacer en la relación, enfrentando al dolor que supone expresar los sentimientos a aquella persona que amas tanto y que ahora estás viendo como parte de tus problemas.
Hay vida después de una crisis
Es posible que hoy no lo puedas creer, pero te aseguro que hay incluso felicidad en la pareja después de superar una infidelidad. El camino fácil es no enfrentar tus emociones, el camino fácil es huir y empezar una vida que imaginas que no será mala como estás viendo ahora tu vida. Que la solución pasa por cambiar de pareja.
La realidad es que si no aprendes a reconocer tu 50%, una nueva relación solo será una nueva oportunidad para tropezar con la misma piedra que nos hizo caer.
Cada crisis tiene similitudes pero también diferencias, por eso, el coaching personal en momentos como este es la manera más inteligente de luchar por tu matrimonio, tus hijos, tu familia, pero sobre todo, por ti. Por tus valores y principios. Estoy a tu disposición.
Viki Morandeira
Coach Ontológico de Parejas en Crisis.
Asimilar su crisis, lo que le ha pasado
Enfrentarse a una infidelidad en una pareja consolidada, de larga duración, es un golpe duro que trastoca la vida tanto del hombre como de la mujer. Podemos pensar que ella sufre más, cuando es la engañada, sin embargo, él no lo pasa mejor. Su vida resulta alterada, se cuestiona todo, no entiende por qué le ha podido suceder algo así. No se considera un hombre infiel, sino una buena persona, y lo es, le cuesta comprender y asimilar todo lo que le ha pasado durante esta crisis. Es incomprensible para los dos porque él no era de esa clase de hombres.
¿Qué diablos fue esto?
Asimilar su crisis
Un infiel es una mala persona. Un ser cruel e insensible, frío, un completo extraño a quien no le importa el dolor de su esposa o de sus hijos. ¿Realmente esto es así? No, desde la experiencia de más de 10 años de solucionar este tipo de crisis de la pareja, puedo decirte que tu esposo sigue siendo ese hombre que era. Y por eso sufre. Por eso se encuentra tan confundido. Por eso cuando la infidelidad acaba necesita reencontrarse, encajar cada pieza del puzle.
Mientras piense que ha sido una situación emocional, racional, algo del corazón, seguirá atascado y sin saber muy bien la respuesta a las preguntas que su propia mente le plantea.
El razonamiento «habitual» y hasta puede parecer lógico, se hace partiendo de la premisa de que si les pudo gustar otra mujer, sería que algo pasaba con su esposa. El matrimonio no iba bien. Y, seamos sinceros, ¿existe alguna pareja de 15, 20 o más años de convivencia donde todo sea perfecto? Su mente busca explicación a su infidelidad y la más razonable es concluir que algo con su esposa no funcionaba.
En esta fase, nos culpan, porque su mente ha encontrado en las disonancias cognitivas un aliado para no sentirse ese monstruo que ellos también habían siempre creído que sería alguien infiel. Pero como no se identifican con esa «personalidad», la culpa no puede ser suya, y lo «razonable» es que sea nuestra.
No todo es lógico o racional.
Y la explicación «racional» y hasta lógica, para la mayoría de las mujeres, es que su esposo es un cretino que solo pensó en él, un ser egoísta al que poco le importó el dolor que estaba causando. Cuando nos quedamos, tanto ellos como nosotras, con esa explicación «razonable», es muy difícil que la relación no continúe teniendo problemas y ambos suframos.
El hombre no suele considerarse culpable, dado que su mente le «dio las justificaciones» pertinentes por las que pasó aquello. Y la mujer necesita que el hombre le pida perdón, se disculpe, asuma su responsabilidad sobre el dolor que ella sintió. Para ambos es un proceso complejo, pero diferente.
¿Me engañó porque es egoísta y frío?
¿Para qué seguir juntos si crees que él es así? Una mujer que considerara a su esposo una mala persona ¿lucharía por salvar su matrimonio? Al contrario, su infidelidad sería la oportunidad perfecta para sacarse de encima a ese tipo de hombre. ¡Tú le quieres! Es tu pareja y aún ves en él todo lo positivo de su persona. ¿Por qué me lo hizo entonces?
Infidelidad y hormonas
Cuando pasé por esta misma situación, tenía las preguntas que ahora tienes tú. No podía entender que nos ocurriera algo así, que hablar de separación o divorcio estuviera presente en nuestras conversaciones. Todo era incomprensible. A ti te tocará pasar por un duelo. Puedes ver en qué fase te encuentras leyendo este artículo.
Y a tu esposo le tocará asimilar su crisis, entender cuáles fueron las fases que vivió, o en cuál de ellas se encuentra aún.
Infatuation, vinculación, secretismo, irritación, tsunami….
La infidelidad que ocurre dentro de un matrimonio, es muy diferente al amor. Y no es algo que surja en el corazón, sino el efecto de varias hormonas (la química) que llegan incluso a trastornar el comportamiento de las personas. Mentir, ocultar, engañar, inventar más horas de trabajo extra, hacer cualquier cosa… para ver a la otra persona. Los científicos lo explican. Se denomina etapa de «infatuación».
Infatuation y dopamina
La dopamina es una de las drogas más adictivas que se conocen. Está asociada con el centro de recompensa. Un «chute» de dopamina produce placer. Sin embargo, el gozo no está asociado al acto en sí, sino de la idealización de la recompensa que creemos que vamos a recibir. La etapa de infatuación es el momento de mayor producción de dopamina. Es una adicción infantil, no una relación madura.
Podemos diferencia el amor, de la infatuación, porque la persona objeto de ese sentimiento carece, a los ojos del infiel, de cualquier defecto. Es perfecta, son tal para cual, el destino les unió o pueden llegar a decir frases como «es una pena que nos hayamos conocido ahora, si hubiera sido en otro momento…»
El efecto de la dopamina en el cerebro ha sido estudiado en múltiples ocasiones. Se comprobó como alteraba la conducta de ratas de laboratorio, que preferían el «chute de dopamina» que recibían con una descarga eléctrica que estimulaba su centro de recompensa, a la comida. En personas también se estudió este fenómeno, comprobándose que también produce cambios de comportamiento considerables. Se genera una conducta compulsiva, de tal magnitud, que también hay estudios que revelan que los niveles de hormonas del «infiel» son similares a las de pacientes TOC (Trastorno obsesivo compulsivo)
A esto se debe que muchos hombres «no puedan» dejar a su amante, que sientan una «fuerte adicción», y lleguen a expresarlo con esas palabras. NO saben por qué, pero siguen haciéndolo. Como aquellas ratas que buscaban la descarga eléctrica hasta en 700 ocasiones por minuto…. están dominados por la dopamina.
Vinculación
Luego del período de infatuación, si la relación sigue, llegamos a la etapa de vinculación. En este momento la oxitocina se encuentra en plena producción en nuestro cerebro y es la responsable de las relaciones de apego. Conocemos esta hormona porque la segrega el cuerpo de la mujer durante el parto. Tu cerebro también genera oxitocina cuando experimenta confianza. Cuando en una relación de infidelidad se hacen «confesiones», se cuentan situaciones de la vida personal e íntima su torrente sanguíneo se inunda de oxitocina.
Es el momento en el que los infieles comienzan a hablar de dejar a sus respectivas parejas, hacen planes idealizando el futuro, aunque sin ser conscientes de la realidad que supone la ruptura de sus propias familias.
Sin embargo, otra diferencia evidente entre el enamoramiento infiel y el amor, se da en el ocultamiento. No están orgullosos de lo que están haciendo, no están orgullosos de esa relación. No hablan de su amor, sino más bien de la imposibilidad o de los problemas a los que se enfrentan.
Secretismo
La relación de infidelidad en una persona ya en pareja, comienza siendo un secreto entre dos. Puede haber algunos amigos más que estén en conocimiento de la relación, pero funcionan como «avaladores» del infiel. En cierta manera, busca rodearse de un entorno que le diga lo que quiere escuchar, que no cuestionen su comportamiento y por lo tanto, entra en funcionamiento el sesgo de confirmación. El secretismo, pero sobre todo mantener oculta hacia su pareja esa doble vida, genera un aumento de cortisol en el infiel, entrando así en un período de alta irritabilidad. Se vuelve irascible, contesta y se comporta de forma fría y agresiva, con mucho estrés.
Ha entrado en una etapa de conflicto interior, entre lo que las hormonas le están pidiendo y sus propios valores y principios. Sufren, porque no han sido personas mentirosas pero se ven mintiendo y haciendo daño. Evitan ser descubiertos y crean mentiras que les hacen estar más y más incómodos y sentirse perseguidos.
Puedo decir, por propia experiencia, que la etapa del secretismo es para la mujer desconcertante. No entiende qué motiva esa ira, esa manera de comportarse en su esposo y pueden tener continuas discusiones. Incluso pueden llegar a negar la relación de manera tan convincente que puedes pensar que te estás volviendo loca o que estás imaginando cosas que no son.
Con esto, el hombre puede «aumentar» sus disonancias cognitivas, diciendo, nos llevamos mal, no podemos seguir juntos. Cuando la mujer evita las discusiones, evita entrar en conflicto, se ayuda a si misma ya que el hombre no puede utilizar este motivo como excusa para romper su matrimonio.
Tsunami
Llega un momento en el que el «dolor» del secretismo, la ansiedad, el estrés, las mentiras, todo se hace una bola tan grande que la persona infiel habla. Es como «dejar salir la presión» de una olla exprés. En cierta forma se «alivian» al hablar de separación. No porque realmente quieran marcharse de casa o separarse, sino porque desean dejar de sufrir, dejar de sentir que la cabeza les puede estallar en cualquier momento.
En algunos casos no dicen nada, pero sus conductas y comportamientos hacen evidente que algo raro está pasando y podemos «descubrirlo» por mensajes que le llegan a cualquier hora, por errores en sus mentiras, etc. En ambos casos para el hombre se produce un cierto alivio, aunque para nosotras comienza el Tsunami.
Llevaría semanas, meses escribir sobre cada punto, cada situación y cada vivencia que uno experimenta durante esta crisis. Y en este artículo mi objetivo era centrarme en cómo el hombre, cuando ha dejado a su amiga, aún se siente confundido, perdido, con la necesidad de encontrarse a si mismo, de asumir su crisis entendiéndola.
No son malas personas, aunque han tenido conductas que han lastimado a sus hijos o esposas.
No son seres egoístas, aunque se han comportado de esta manera movidos por la infatuación.
Y tras este tsunami es necesario ACEPTAR que les ocurrió esto. Algo que ocurre desde hace siglos y que seguirá afectando a parejas maravillosas que no tenían ni idea que algo así les pudiera pasar.
Aceptarlo y perdonarse. Pero también pedir perdón por el daño que causaron cuando no eran dueños de sus actos. No buscamos culpables, ni víctimas ni verdugos… En esta crisis se sufre, y todos sufren.
Lo importante es poder mirarse a los ojos y decirse: Hagamos que la segunda parte de nuestra vida sea aún mejor.
Si necesitan ayuda, tanto si eres hombre o mujer, puedes escribirme. Desde julio del 2010 trabajo como coach especializada en parejas, en este tipo de crisis, donde la mayoría de las veces hay infidelidad. Quizá todo esto sea desconcertante, porque es algo nuevo, pero no lo es para mí. Se puede salir incluso reforzados tras una crisis.
Escríbeme.
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Viki Morandeira
Coach Ontológico
Mi marido quiere ser libre ¿Quiere ser soltero?
Desde la puerta, ya con un pie fuera, gritó hacia dentro de nuestra tienda, donde estaba yo: –¡¡Quiero vivir!! Mi marido quiere ser libre ¿acaso no lo es?
Esas palabras fueron desconcertantes. ¿Vivir? ¿Yo le impido vivir? ¿Acaso no tiene ya suficiente libertad alguien que sale y entra de casa sin decir muchas veces ni siquiera a dónde va? ¿No tiene libertad alguien que dispone de su tiempo libre, hace deporte y no tiene que cuidar de sus hijos, ni limpiar ni cocinar?
En ese momento, mi respuesta «reactiva» fue: -Pues yo no elegí este trabajo que tenemos, fue tu decisión. – pensando que lo que le impedía «vivir» era nuestro horario comercial en las tiendas que teníamos. Y como suele ocurrir cuando no escuchamos para comprender, sino para responder, esa fue mi respuesta. Personalicé la situación, pensando que él me responsabilizaba a mi de no vivir y buscando «lavarme las manos» dándole una explicación sobre el motivo por el que yo creía que él no era libre , no vivía. Y desde luego, ese no era motivo para querer el divorcio. Yo no era culpable. ¿Iba a castigarme por algo que yo no había hecho?
Pero sus palabras quedaron retumbando en mi mente.¿Qué hace que no se sienta libre alguien que, según yo lo veía en ese momento, tenía toda la libertad del mundo?
Vivir la vida, Ser Yo mismo.
Dicen que las mujeres somos complicadas…, pero ¿los hombres no lo son acaso?
Con lo sencillo que sería que hablaran, que pudieran decir lo que quieren, lo que sienten, lo que piensan…. en lugar de decirnos una frase y dejarnos a nosotras interpretar qué han querido decir.
¿Tu esposo, tu pareja, te ha dicho que quiere ser libre, que necesita libertad?
Mi marido quiere ser libre , también
En más de una ocasión el motivo que expresan los esposos de mis clientas, para hablar de separación, tiene que ver con la libertad, con vivir.
¿Qué nos está diciendo con esto? Hay una frase que suelo repetir.
«Lo que Juan dice de Pedro, dice más de Juan, que de Pedro»
¿Qué te dice tu esposo cuando sientes que te responsabiliza a ti de no ser libre o de no «vivir»?
Reflexionemos sobre esto. Y procura comprender, antes que juzgar o decidir que el «debería» saber hacerlo de otra manera, que el «debería» haberte hablado sobre cómo se sentía o que el «podría» haberlo hecho de una manera diferente. Estoy de acuerdo en que tu esposo podría haber hablado más, podría haberlo hecho de manera diferente, pero la cuestión es que NO podemos resolver lo que «se podría haber hecho». Solo podemos resolver lo que es, lo que se hizo, cómo se hizo.
Mi marido quiere ser libre ¿por qué?
Si tu esposo te ha hablado de libertad, de necesitar ser «el mismo» , de que tú has decidido todo lo que el debía hacer, etc… aunque tú creas que está equivocado, es necesario asumir que así es como él se siente. Así es como SE HA SENTIDO. Y quizás, puede echarte en cara situaciones que ya ni recuerdas, que ocurrieron hace 20 años, cuando aún eran novios!!!
Si alguien no se siente libre ¿cómo se siente?
Si alguien necesita ser «el mismo» ¿como se está sintiendo en este momento?
¿No quiere asumir responsabilidades? ¿Le viene grande la paternidad? ¿Es egoísta y solo piensa en si mismo? ¿Esto es solo una crisis de los 40, algo que él tiene que resolver?
Seguramente, si tu esposo te ha hablado sobre «ser libre» tienes tus teorías. Permíteme compartir contigo otra.
Una persona que habla sobre «ser libre» siente justo lo contrario. ¿Qué la ha hecho sentirse así? ¿Tú le has puesto límites? Sin darnos cuenta, es probable que haya ocurrido, que le marcáramos algunos límites. Sin ser conscientes de ello.
Lo que sucede es que esos «límites» que siente tu esposo se han generado en su comportamiento hace mucho tiempo. Desde el inicio de la relación. Los pusimos, sin darnos cuenta, con nuestra conducta, con nuestra opinión o forma de tratarlos y eso quedó ahí en ellos. Por ejemplo si tú en el pasado comentaste que determinada música, o determinada ropa o determinadas acciones eran «negativas» o malas o feas, y tu esposo, por el motivo que fuera, quería escuchar esa música, vestir esa ropa o hacer eso que tú veías mal, tiene grabado que tu desapruebas que escuche esa música, use esa ropa o haga eso. Sus «limites» también los ha puesto el mismo. Porque en su afán por gustarte, por verte feliz, el ha sido quien ha censurado eso para no sentir tu desaprobación. Su límite puede ser cualquier opinión que tú hayas expresado, algo que para ti no era apropiado y eso le generó la sensación de NO TENER LIBERTAD.
Necesita «ser el mismo»
Porque tu esposo siempre ha querido gustarte, ser aprobado por ti, así como él es. Y si algo que a él le gusta, a ti no te gustaba y lo has expresado de manera tajante se convirtió para él en un límite.
No es que tú le hayas puesto ese límite. Es como él se sintió en determinados momentos cuando, queriendo «ayudarlo», quizás le dijiste que debía vestirse de otra manera.
Tu esposo puede haber dicho que necesita ser libre, pero no saber explicar bien a qué se refiere o dónde siente que tiene límites impuestos por ti. O puede estar reprochándote todas esas situaciones en las que, con buena intención, diste tu opinión!
Por ejemplo, recuerdo una clienta de México, que al principio del noviazgo opinaba que los hombres con botas texanas y sombreros eran «campesinos» cuando su esposo usaba esa ropa. El, queriendo tener la aprobación de su esposa, durante muchos años NO uso botas o sombreros aunque siempre le gustó usarlos!!! No podía «ser el mismo» porque hacerlo le producía dolor, le hacía recordar que su esposa tenía una imagen negativa de ese tipo de vestimenta. Sintió que no era libre. ¡¡Es necesario que puedas comprender que tu esposo pudo tomar un comentario tuyo como una prohibición tajante!!!
Todo sería más fácil
Por supuesto que el podría haber hablado. Tu esposo podría haberte dicho lo que le hacía sentir «limitado» o podía haber hecho lo posible por que tú comprendieras como se sentía. Pero recuerda, las cosas no han sido como podrían haber sido. Ocurrieron como ocurrieron, y eso es lo que te toca resolver.
El hombre quizás podría decir: ¿Sabes? No entiendo que hay de malo en usar lo que a mi me gusta. Me hace feliz ponerme sombrero y botas texanas. Me gustaría que no me juzgaras por la ropa que llevo, porque a mi me hace daño.
Sería más fácil si tu esposo lo hubiera dicho. Pero quizás lo intentó y no supo cómo decir lo que le molestaba. O quizás lo intentó decir y tú pudiste fallar en escuchar para comprender. Y como respuesta, en lugar de respetar su elección de estilo para vestirse, quizás volviste a argumentar tu punto de vista sin ser consciente de que eso para él era doloroso.
Aunque tú no le has puesto esos límites, es importante que tu esposo pueda sentir que ya no los tiene. No funcionará decirle que esos límites se los puso él mismo. Para que él lo vea y entienda primero necesitamos entender cuáles fueron esas opiniones nuestras que crearon en él sus límites y autocensuras.
Tu pareja necesita sentir que puede ser el mismo a tu lado sin miedo a tu desaprobación
Yo también creía que mi esposo tenía más libertad que nadie porque hacia lo que quería, yo no tenía que darle permiso para nada, pero mi cara reflejaba desaprobación cuando se iba o volvía. Y eso resultaba para nuestra relación peor que si le hubiera dicho no te dejo salir. O mi manera de pensar sobre algún tema (los ovnis no existen, son una tontería, son fotos trucadas) le impedía a mi esposo ser el mismo y poder hablarme de algo en lo que él si cree.
¿Comprendes los límites que siente?
¿Cómo crees que pudo sentirse tu esposo, a tu lado, a la hora de ser, pensar y hacer algo distinto a lo que tú aprobabas?
A veces, por ejemplo, por vergüenza ajena puedes haberle dicho que no hablarán de tal tema o de tal manera o que no hicieran chistes feos o cualquier cosa que a ti te daba vergüenza y esa censura le impidió sentirse libre a tu lado. Porque recuerda, para el hombre lo importante es que su mujer esté feliz.
Esto puede hacer que durante una buena parte de la relación tu esposo tuviera la sensación de no haber sido libre, de haberse sentido obligado a ser y actuar como tú querías. Pero a la larga eso no se puede sostener. Tu esposo no puede ser cómo tú crees que debería ser, porque le genera infelicidad. Y al forzarse durante años en «hacerte felices» puede haberle hecho sentir que para poder ser el mismo tenía que estar solo o sin ti.
Esto lo aprendí el día en que mi esposo me dijo QUIERO VIVIR. De ahí empecé a hacerme preguntas. ¿Qué significa que quiere vivir? Me costó entender que no se sintiera libre cuando él salía cuando le da la gana, cuando yo consideraba que no lo tenía con correa!!! Necesité comprender como mis propios juicios, opiniones y formas tajantes de pensar sobre algunos temas en los que no opinábamos igual, eran lo que le habían causado esa sensación de No ser libre a mi lado. El error de ellos es obligarse a hacer todo para que seamos felices sin darse cuenta que ellos mismos son los responsables del vaso que se va llenando. Ambos cometemos errores que podemos evitar si comprendemos El Arte de no amargarse el matrimonio. (por si te interesa leer mi libro)
En este momento quizás no sepas qué pasos dar para cambiar esta situación. No necesitas hacerlo sola. Podemos trabajar juntas en ello. Conseguir que tu esposo se sienta libre, sin necesidad de divorciarse, es algo que tú puedes lograr.
Viki Morandeira
Coach Ontológico.