Hablemos del perdón. No podemos hablar del perdón sin referirnos al dolor. No consigo perdonar a mi pareja… ¿Retumba esa frase dentro de tu cabeza? Por lo general, cuanto mayor es el dolor que sentimos, cuanto mayor es el daño que se ha producido, mayor es nuestra necesidad de procesar correctamente el perdón. Podrás aprenderlo. Puedo guiarte, lee hasta el final.
Perdonar una infidelidad es uno de los procesos más enriquecedores que podemos experimentar en una relación de pareja. ¿Cómo puede ser enriquecedor pasar por una infidelidad? No, no he dicho eso. Me refiero a que después de haber perdonado, y de hacerlo de corazón y completando todo el proceso, tu vida se verá enriquecida con una serie de aprendizajes que no habrías tenido de no haber experimentado esto. Si tu mente te repite: No consigo perdonar a mi pareja, entonces, es hora de ponerse manos a la obra, y conseguirlo.
Durante una infidelidad vivimos un gran «terremoto». Todo a nuestro alrededor se sacude, se rompe, se derrumba. Se ha quebrado la confianza, aquella persona que para nosotros era perfecta, que estaba en un pedestal, de pronto cae y es incomprensible como “me puede hacer esto a mí”. Perdonar una infidelidad no es tan sencillo como decir que queremos perdonar. Es un proceso que requiere tiempo, serenidad, calma para reflexionar y que en nada ayudan las decisiones apresuradas ni las reacciones movidas por el dolor que estamos sintiendo en esos duros momentos.
Perdonar y olvidar no suele ser una tarea sencilla. Algunas veces, en determinadas situaciones, no queremos perdonar. ¡Consideramos que algunas cosas no se perdonan, que el daño ha sido tan grande, tan injusto, que esa persona no se merece ser perdonada, sino todo lo contrario!!!
Permíteme compartir contigo un extracto de mi libro ¿Qué le pasa a mi esposo? Cómo ayudarlo y ayudarte durante su crisis de los 40. Te invito a reflexionar sobre el perdón, sobre el dolor. Una reflexión sobre la importancia de hacer un proceso de curación personal tras situaciones como una infidelidad, un quiebre de la confianza, un daño grave a un vínculo afectivo tan importante como lo es una relación de pareja. (Puedes mirar mi taller de Sanación Emocional si tienes prisa o llegar hasta el final y allí tendrás nuevamente el enlace)
(extracto del libro)
Si te cuesta perdonar….
Intenta ver este dolor que sientes como una mordedura de serpiente. Algunas tienen la boca grande y hacen heridas inmensas. A veces, curar una mordedura así puede ser largo y difícil; pero finalmente cualquier herida se cierra, cicatriza.
Por eso, no hay que centrarse en la herida, hay que prestar más atención al veneno. Porque el problema es mucho mayor si la serpiente es venenosa. Cuando se queda el veneno dentro, este impide que la herida se cierre. El veneno puede presentarse en forma de revancha, de ojo por ojo, de venganza, buscar algún tipo de justicia.
Sin quitar el veneno, este puede estar actuando durante muchos años y así, la herida no se cerrará nunca. Una herida infestada, sin cicatrizar, produce un dolor que no cesa durante todo ese tiempo y tu vida pierde alegría, fuerza y energía.
Mientras tú sigas prestando atención a los pensamientos de venganza, o a la injusticia que te han hecho, la herida vuelve a abrirse y a doler. El recordar el hecho que te hace daño, produce que vuelvas a sentir el mismo sufrimiento una y otra vez sin cesar. La única manera de sacar el veneno de tu cuerpo, es dejar de querer vengarse, en resumen dejar de tener conductas destructivas hacia quien te mordió.
Como te decía solamente pensando en la venganza, el veneno se pone en marcha. Si quieres que la herida se cure, deberás ser muy firme en cuanto a qué pensamientos dejas sitio en tu mente. Aquellos que te generan más dolor, son veneno y hacen que tu herida vuelva a sangrar.
En este punto, me gustaría recordarte que perdonar es voluntario. Es una decisión voluntaria y muy necesaria para poder vivir tranquila.
Te dejo unas frases para reflexionar
“Uno tiene opciones. Puede elegir la alegría y no la desesperación. La felicidad y no la lágrima. La acción y no la apatía. Madurar y no estancarse. Se puede elegir la vida. Pero el cambio y la maduración solo se producen cuando estamos dispuestos a arriesgar y experimentar con nuestra propia vida. Uno nunca esta seguro de nada. Todo es un riesgo. No hay garantía de nada. Vivir es arriesgarse a morir.” Leo Buscaglia
Ante una infidelidad podemos elegir perdonar. Podemos elegir superar esa situación que afecta al 85% de las relaciones de pareja y aprender lo que esta situación nos tiene que enseñar. Cargar el dolor y reprochar a tu pareja su infidelidad es un error que les hace infelices. El proceso del perdón, de la sanación emocional tras una infidelidad, es algo complejo y que a menudo requiere apoyo profesional. Recuerda, una infidelidad no es un problema en una relación, sino el síntoma de una relación en problemas y cuanto antes abordes la solución de esos problemas, más posibilidades tendrán de recuperar la felicidad en la pareja.
“Puedo perdonar, pero no olvidar”, es sólo otro forma de decir, “No puedo perdonar” Henry Ward Beecher
Decir que perdonamos, pero no olvidamos, es intentar cerrar una herida manteniendo el veneno dentro. Nada bueno puede ocurrir si actuamos así. Ni para nosotros, ni para nuestra relación de pareja.
“¿Quieres ser feliz un instante? Véngate. ¿Quieres ser feliz toda la vida? Perdona”. Henri Lacordaire (fraile dominico)
Es necesario recordar qué es el perdón. Perdonar es una decisión consciente, personal, es una poderosa afirmación de que lo sucedido en el pasado no arruinará tu presente, ni te privará del futuro que deseas.
Ojo por ojo y el mundo acabará ciego. Mahatma Gandhi
La vida no siempre es justa. No siempre es agradable. Pero a pesar de las situaciones dolorosas del pasado, en ti está tomar la decisión de sacar el veneno, limpiar tus heridas y procurar una buena cicatrización…. Se puede. Podemos lograrlo. Si necesitas perdonar y olvidar, para volver a ser feliz, escríbeme para trabajar juntas en el taller Sanación Emocional
No consigo perdonar a mi pareja
Cuento: La cárcel del miedo
En un lejano pueblo, un día, un hombre fue hecho preso por órdenes de quien gobernaba ahí. Fue confinado a un oscuro calabozo, al que se entraba por una gran puerta que hacía mucho ruido al abrir y al cerrar. El carcelero, traía a la vista una gran llave colgando, que el prisionero asumió que pertenecía a esa puerta, lo que hacía imposible tomarla sin que se diera cuenta.
El preso pasó 20 años de su vida en ese lugar. Todos los días, el carcelero, abría la puerta y dejaba la comida y bebida del día para el prisionero, volviendo a cerrar la puerta.
Después de todo ese tiempo ahí, nuestro protagonista decidió que no quería permanecer más…, pero no quería suicidarse, por lo que pensó que sería mejor atacar al carcelero cuando llegara para que este, a su vez, lo matara, en represión.
Para estar bien seguro de lo que haría…, por primera vez en 20 años, se acercó a la puerta para estudiarla y al verla, no daba crédito a lo que veía…, la puerta no tenía candado alguno, solo tenía un grueso pasador que era el que hacía ruido cada vez que la abrían o cerraban.
Empezó a recordar que jamás vio al carcelero usar la llave, ni se acordaba de que alguna vez existiera candado alguno… Abrió la puerta y salió… No vio a nadie en todo el camino…
Al salir a la luz del día, nadie intentó detenerlo. Fue avanzando y avanzando, hasta que se dio cuenta de algo…, era libre… y durante esos 20 años, había tenido la misma posibilidad de serlo.
Lo que lo mantuvo encerrado no era un candado… era su creencia de que existía un candado que lo detenía… Fueron sus miedos
(autor desconocido)
- a que tu pareja crea que no dolió tanto
- a que no sepa realmente cuánto daño te hizo
- a ver nuestros errores
- a volver a confiar
- a arriesgarnos
- a que las cosas no salgan bien
- a volver a sufrir…
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