Te ha pasado. Tu pareja ha dicho algo y le has dado una respuesta reactiva, de esas que luego hacen que el arrepentimiento brote con fuerzas. Un momento «tierra trágame». A todos nos ocurre. Si te preguntas como evitar ser reactiva y gestionar las emociones en ese momento explosivo, te traigo aquí la solución.
Contenido
Gestionar las emociones
Cómo evitar la explosión reactiva
La reactividad puede ser un verdadero problema en la vida cotidiana de las personas. Cuando tenemos una reacción impulsiva, sin filtrar lo que decimos, solemos añadir tensión en nuestras relaciones. Además, las explosiones continuas disminuyen nuestra calidad de vida.
Te invito a sumergirnos en la psicología detrás de la reactividad. Para así comprender mejor sus fundamentos, aprender a gestionar las emociones y a evitar caer en el error de la respuesta impulsiva. Te compartiré pautas y consejos prácticos que te ayudarán a aumentar tu resiliencia. Tendrás herramientas para dar respuestas conscientes y en lugar de reacciones inconscientes. A menos conflictos, más vida serena y satisfactoria.
Si eres una persona reactiva, posiblemente tengas justificación para tu reactividad. La incapacidad de gestionar las emociones siempre está bien argumentada. Evitamos hacernos responsables. La culpa es del otro, por lo que dijo, por lo que hizo, por lo que no hizo…
Por qué explotamos
La reactividad está impulsada por tus emociones, creencias arraigadas y experiencias pasadas. En ese momento actuamos. Y es a posteriori cuando caemos en considerar las consecuencias a largo plazo de nuestra reacción explosiva. Por eso nos arrepentimos.
Para evitar el patrón reactivo, te invito a conocer los mecanismos psicológicos que están detrás de este comportamiento. Tus respuestas automáticas están condicionadas por una serie de factores sobre los que puedes influir y modificar a través de un trabajo consciente y constante.
Gestionar las emociones
Tus emociones desempeñan también un papel significativo en la alta reactividad. En situaciones de gran estrés o ansiedad, es mucho más probable que explotes y te cueste tener una respuesta controlada. Lo que sientes puede intensificar tus reacciones. Además de hacer difícil el pensamiento lógico y reflexivo en ese momento. Sin embargo, dado que somos responsables de nuestros actos, no sirve «culpar» al estrés por gritar a tu pareja o pegar a un hijo.
La ira, el miedo, la frustración o la tristeza pueden derivar en respuestas reactivas. ¿Eres consciente de qué emoción disparó tu reacción? Identificar y comprender tus emociones aporta una valiosa información sobre tu estado interno y te permite elegir tu respuesta consciente en lugar de volver a caer en reaccionar desde el impulso.
Creencias Limitantes
Otro aspecto a tener en cuenta, son las creencias que puedes tener firmemente arraigadas, porque ellas también pueden contribuir a la reactividad. Frases como: «Mi pareja no debe dejar en visto mis mensajes» es un pensamiento irracional del tipo Debería. Puedes leer más sobre esto AQUÍ. ¿Eres consciente de los pensamientos distorsionados y las creencias limitantes que están detrás de tu reactividad?
Pues es bueno que tomes consciencia. Porque una interpretación distorsionada puede desencadenar reacciones automáticas y nada saludables. Es esencial que te tomes un momento para examinar tus creencias y cuestionar si realmente se ajustan a la realidad. De esta manera podrás tener una perspectiva más equilibrada y no caer en reacciones explosivas.
Experiencias vividas en el pasado
Tus experiencias pasadas tienen también un papel importante. Por ejemplo, si has vivido situaciones de críticas constantes, es posible que reacciones a la defensiva o irritándote ante ciertos comentarios negativos en el presente. Las experiencias previas moldean tu percepción y te han podido predisponer a reacciones automáticas.
Esas vivencias previas han podido dejar huellas emocionales, que derivaron en patrones de reacción explosiva ante situaciones similares. Reconocer cómo los eventos traumáticos o desafiantes han influido en tus comportamientos reactivos te permite trabajar en sanar heridas emocionales y adoptar nuevas formas de responder.
Formas de evitar la reactividad:
- Practicar la autorreflexión: Instala el hábito de contar hasta 5, hasta 10. Observa en ese momento tus pensamientos y emociones. ¿Hay una razón oculta para tu reacción? Al aumentar la conciencia sobre tus pensamientos podrás gestionar las emociones y elegir tu respuesta de manera consciente.
- Cultivar la empatía: Ten en cuenta que hay diferentes perspectivas y emociones involucradas. La empatía ayuda con la comprensión y la conexión, y eso lleva a reducir la reactividad. También comprobarás como mejora tu comunicación con los demás.
- Practicar la comunicación asertiva: Aprende a comunicarte de manera efectiva, estableciendo límites saludables y expresando tus necesidades de forma constructiva. Expresarte de manera clara y respetuosa es importante. Evita conflictos innecesarios.
- Aprender técnicas de gestión del estrés: En situaciones de estrés cuesta pararse a pensar. Prueba técnicas de relajación como la respiración profunda, la meditación o incluso el ejercicio regular. Con ello podrás reducir tu estrés y tener una mayor estabilidad emocional.
Conclusión
Evitar la reactividad requiere tiempo y práctica, pero comprobarás los beneficios. Son enormes. Trabajando en la autorreflexión, la empatía, la comunicación asertiva y la gestión del estrés, estarás aumentando tu resiliencia. Eso mejora tu comunicación interpersonal, tus relaciones y tu calidad de vida.
Y la de las personas que te rodean.
No hay excusa. Puedes empezar hoy mismo. En el taller de Inteligencia Emocional Aplicada, que doy online hace 12 años, tenemos un módulo específico para la gestión de la ira. Ya lo sabes. Explotar no tiene excusas. Tiene soluciones. Escríbeme y empecemos.
Viki Morandeira
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