¿Qué siente, vive y piensa un hombre que está siendo infiel?
Quizás este tema se ha analizado muchas veces desde el lado de la mujer engañada, o poniendo la mirada en la tercera persona en cuestión, la amante. La infidelidad del hombre es incomprensible para su esposa. Y por lo general, este tema se trata desde su condición de infiel, pero no de persona. Me gustaría hablar sobre la persona, el hombre, que estando casado, y feliz, se ve envuelto en una relación que le ha despertado de un cierto letargo. Y aunque se crea lo contrario, la situación del hombre no es para nada agradable.
En estos casi 10 años (en junio del 2020 se cumplirán) he podido presenciar el dolor del hombre que se enfrenta a tener sentimientos por dos personas a la vez. Es una situación que le desconcierta, que le tiene en una batalla interior al pensar día tras día por qué camino continuar su vida. Al principio no encuentra explicación a lo que está viviendo. Tiene la creencia de que no se puede sentir algo por dos personas a la vez. Aunque lo esté sintiendo, pero como cree que eso no es posible, se pregunta una y otra vez, porque le ocurre. Y la mente, que no puede dejar una pregunta sin responder, aventura una posible respuesta…. “si he llegado a sentir esto por mi compañera de trabajo será que no siento lo que debo sentir por mi esposa, será que ya no le quiero”.
La mayoría de las infidelidades que he tratado, en relaciones de pareja sólidas, familias “modelo” podríamos decir, se han dado con una tercera persona que está en el ámbito cotidiano del hombre. (En un 90% es una compañera de trabajo, aunque puede ser una empleada, la jefa, una alumna, alguien a quien ve en el transcurso de su día a día)
La infidelidad del hombre es incomprensible
No es el tipo de infidelidad en la que el hombre decide buscar a alguien con quien tener una relación amorosa. No la ha conocido en un bar, por casualidad, ya la conocía. Es una persona, con quien ya tenía una relación, y debido a ciertas circunstancias, pasa de amistad a infidelidad.
Surge la confianza. Es la primera emoción que podemos destacar. Se siente cómodo con esa persona y habla de temas personales, de los que no hablaría con quien no tuviera confianza. Esta emoción viene acompañada de la oxitocina.
Otra cuestión importante es la que ocurre con la autoestima del hombre. Resulta curioso que los halagos que recibe de esta compañera no tengan en él el mismo efecto que los que pudiera hacerle su esposa. Su pareja lo quiere. Incluso a pesar de sus defectos. Es más «excitante» gustarle a una persona apenas conocida, que a la la persona que está a tu lado todos los días.
En esa relación que ya se había entablado (amistad) es habitual que estén presentes otras hormonas, como la serotonina. De esta hormona podemos decir que le da la falsa sensación de tener todo bajo control. Se permite bromear, reír, ser atrevido, con la ingenua creencia de que no pasará de ahí. Sin saber que pronto estará en una situación que le hará sufrir más que ser feliz. Cree que no está haciendo nada malo. O en todo caso, cree que tiene que decidir entre su esposa o su amante.
Pero el hombre no sabe que se equivoca, ya que esto no es cuestión de elegir, sino de comprender. Pero esto lo hablaremos más adelante. Volvamos a cómo se siente…con las palabras de un hombre.
Cuando esta chica me dice algo, un elogio, un cumplido, un halago, subo como la espuma. Es una sensación extraña, siento que crezco, que estoy vivo. Soy adicto a sentirme así. Y no es que mi esposa no me diga cosas bonitas. Es curioso. Me creo lo que ella me dice, sin embargo, no termino de creerme que soy un buen padre, o una buena persona, por ejemplo, cuando lo dice mi esposa. Siento una voz en mi interior que me culpabiliza, que me empequeñece, que me dice lo mala persona que soy… pero cuando estoy con esta chica, soy libre de esas voces.
Hablar con mi compañera es como una droga. Una adicción a esas emociones que siento. Es una adicción a esa irrealidad que he ido creando con mi compañera de trabajo, a esa nueva vida, nueva oportunidad, a esa vida diferente que he ido dando forma en mi mente, que me entusiasma, me hace sentir vivo. Me siento otro, y me gusta. Pero…
En esos momentos no pienso en mi esposa, ni en mis hijos, mi familia. No puedo pensar. Es algo complejo, que no puedo explicar. No quiero hacer daño a mi esposa. No se lo merece. Soy consciente de que esa idealización es una farsa, ese rol que yo interpreto con mi compañera de trabajo es algo artificial, es una mentira. Con ella no soy sincero. No me conoce en profundidad. Creo que con ella solo me permito mostrar aquellas partes de mi de las que no me avergüenzo. Tengo la sensación de que podría hacer miles de cambios en mi vida…
Es muy difícil, porque me siento ilusionado con ser ese hombre nuevo. Sin embargo, cuando pongo los pies en la tierra, cuando mi mente vuelve a la realidad, me pregunto. ¿A dónde voy a ir yo sin mi familia? ¿Qué sentido tiene dejar a mi esposa, a mis hijos? ¿Qué ocurre que no puedo valorar todo lo que tengo, maravilloso, en casa? ¿Por qué no veo cómo hacer cambios sin destrozar todo?
….
¿Qué ocurre?
La infidelidad en estos casos, lejos de ser una cuestión sexual, como podría creerse, es algo mucho más profundo. Este hombre, antes de esa infidelidad, no era plenamente feliz con quien él era, con su vida, con sus rutinas, con la monotonía, incluso aunque su vida hubiera sido casi perfecta. No había “cambios” y por supuesto, él tampoco los hacía. (Aunque podía hacerlos, pero no sabía que no le gustaba cómo era él o su vida) Hasta que al iniciar la relación con esta compañera de trabajo, le gusta quién es él. Le gusta cómo se siente. Y hay una gran cantidad de emociones y sentimientos en medio.
¿Enamorado? Si y no. Está enamorado, sus actos y sus voluntades se ven afectados por la química del enamoramiento, pero la realidad es que está enamorado de sus ilusiones, de los cambios que podría hacer en su vida, de esa nueva realidad a la que ahora puede aspirar y cree que solo podría hacerlo con esta nueva persona. Está enamorado de su nuevo yo. De un rol.
Bien, sigamos profundizando un poco más. El rol, el hombre que es cuando no está con su esposa, sino con su amante, le parece más atractivo, más valiente, más pasional, más vivo. Y en cierta forma, no quiere dejar a su amante, porque siente que renunciaría a ser ese hombre.
Durante esta infidelidad, el hombre siente que lo VALIENTE es ir tras esa vida. Lo valiente cree que es arriesgar la comodidad, la seguridad, su familia, sus hijos, su economía, todo, con tal de comprobar si ese nuevo hombre y esa nueva vida pueden ser reales.
Creen que la situación contraria, quedarse en casa, dejar a la amante y recuperar la relación de pareja, es una decisión cobarde.
A menudo creen que han ido tan lejos que no podrían regresar. Se sienten culpables, por el daño que han hecho o incluso siguen haciendo a su esposa, porque antes de esto han sido personas a quienes jamás se les ha pasado por la cabeza ser infieles. Al contrario, la opinión de estos hombres sobre la infidelidad ha sido la condena, aunque ahora, al verse en el lado opuesto, han cambiado su discurso, pensando que no es tan malo o diciendo que no hay porqué vivir toda la vida con una mujer. Cuando desde siempre ese fue su pensamiento. Tienen una lucha interna, una guerra entre lo que creen que viene del corazón y la voz de la razón.
Un hombre en este tipo de infidelidad se busca auto convencer, para hacer algo que va contra sus valores y principios. Una nueva voz interior le dice que piense en sí mismo, que sea egoísta, que no puede pensar solo en sus hijos, que es su vida, que aunque ahora no lo entiendan, en el futuro lo entenderán.
Y por otro lado, la voz de la razón, también resuena en su mente y le dice que esto es una locura, que no hay ninguna seguridad en esa relación, que apenas la conoce, que no es lo mismo convivir, que verse solo para momentos de risas y complicidad, que las cosas que ya ve en ella y que no le gustan, seguirán sin gustarle pasado unos meses. Pero sigue en esa guerra interior.
Un hombre, que ha vivido este tipo de infidelidad, se ha estado comportando como un adolescente, escribiendo cartas de amor, enviando mensajes, caritas sonrientes, fotos. Dicho por uno de ellos a su esposa, (mi clienta) “..si, lo sé, has visto cosas que yo le he escrito que te han lastimado, soy consciente que he escrito muchas gilipolleces que ahora (una vez acabada la infidelidad) no me explico siquiera porque…, siento que era y no era yo…”
Como decía antes, esta crisis no se resuelve eligiendo un camino. No se soluciona dejando a la esposa o a la amante. Porque esta crisis NO se originó en un problema de pareja, sino en un problema personal.
La mayoría de mis clientas son mujeres con parejas sólidas, de larga duración, que se sentían amadas por sus maridos, un buen hombre, muy lejos del típico mujeriego. Si, en algunos casos había un exceso de rutinas, monotonía y una falta de sexo. Pero aunque esto pueda parecer la “explicación” de la infidelidad, es más complejo que eso.
Es una crisis personal. Si, puede que al principio de la infidelidad “culpe” a su esposa incluso de ser la responsable de que él estuviera con su compañera de trabajo. Si. Es lo habitual. Suelen decir cosas como: Si tú no me hubieras descuidado, esto no habría ocurrido.
Pero con el tiempo, y sobre todo si se hace un proceso consciente y profundo de esta situación, lo que descubrimos es a un hombre que está buscando cambiar, que no sabe bien cómo hacerlo, que cree que su esposa no aprobará esos cambios y que el camino más fácil es separarse.
¿Me estás diciendo, Viki, que mi esposo necesita cambios en su vida, cambios en mí? Me lo podría haber pedido.
Si, es precisamente eso. El mismo no lo sabía. Estaba apático, hacía todo, salir con amigos, reír, dedicarse a su deporte favorito, trabajar, tenía una vida buena, pero la vivía con cierta apatía. La idea de una vida nueva, diferente, es tan seductora que incluso le ha hecho renegar de sus propios valores y principios para tener esa nueva vida, para ser ese hombre diferente. Y la realidad es que el hombre lo ha pedido. Pero entre que nosotras no hemos sabido escuchar y él no lo ha sabido pedir de la manera en que hubiera conseguido esos cambios, se ha producido incomunicación. El siente que lo ha pedido muchas veces pero tú fallabas en la escucha activa. Escuchabas para responder, con argumentos, justificación, en lugar de escuchar para comprender. Esto es necesario que lo aprendas y cambies, pero si te lo dijo o no, si lo escuchaste o no, ahora no es lo importante. Ahora toca hacer esos cambios y dejar que el haga los que necesita en su vida, en su persona, para ser feliz a tu lado.
¿Cómo termina esto?
Pasar por una crisis de este tipo no es algo que se solucione en dos meses, ni en dos charlas. Los cambios son mentales y paulatinos. La comprensión puede ser como una luz que se enciende y nos deja ver… pero esa luz va iluminando de a poco.
El hombre necesita comprender porque hizo lo que hizo. Dejar de responderse que fue por falta de amor a su esposa, para comprender que fue una necesidad personal de cambio. Necesita comprender que esos cambios no dependen de cambiar de pareja, como quien cambia de casa. ¿Por cambiarte de casa vas a cambiar quien tú eres? En un tiempo, volverás a ser el mismo, con una casa diferente, que quizás hasta ni te gusta.
Recuperar una relación donde ha habido infidelidad es como haber sufrido un gran accidente. Un tsunami. Todo queda patas arriba y habrá que ir recomponiendo y sanando, poco a poco. Ten paciencia. Tocará recuperar la confianza, tocará sanar la autoestima, tocará vivir con empatía, para no sentirte víctima de su infidelidad. Tocará comprender que esto NO te lo hizo a ti, sino que le sucedió a él.
¿Se puede volver a ser felices tras una crisis con infidelidad?
Mi respuesta es un sí rotundo.
Llevará un tiempo que los dos sanen sus propias heridas, que los dos comprendan al otro y hagan su propio proceso de crecimiento personal. Llevará un tiempo recomponer la confianza, ganar nuevamente seguridad y construir una nueva complicidad. ¿Cuánto tiempo? Prefiero no decirte 2 años, 1 año, porque si lo hago, tú solo podrás estar bien cuando pase ese tiempo. No es cuestión de tiempo, sino de cambios mentales, procesos que en cada persona se van dando a ritmos diferentes. He visto parejas recomponerse en unos pocos meses y otras en varios años. Por eso, lo mejor es que no pienses en el tiempo, sino en la felicidad que los dos van a poder vivir cuando puedan dar por cerrado este capítulo de sus vidas.
Incluso, me permito decirte que en el futuro podrás sentir gratitud por este hecho tan doloroso, porque gracias a ello has despertado, han despertado, los dos, a una manera nueva de relacionarse, a una manera nueva de ser. Las personas y la pareja que construirán gracias a esta crisis, les gustará tanto que podrán sentirse agradecidos por haber vivido esto tan doloroso. Te lo digo por propia experiencia, no solo por los 10 años de experiencia profesional.
Este año, en junio del 2020, celebraremos 33 años, con mi esposo, desde que nos pusimos de novios. Y puedo asegurarte que no cambiaría lo vivido. Gracias a aquello, y a darnos la oportunidad de seguir adelante, estos 11 años han sido maravillosos.