¿Por qué teniendo una vida dos historias diferentes es lo que creo que tengo con mi pareja? Es curioso, y muy real. Tú y tu pareja, viviendo las mismas situaciones, han sentido y recuerdan todo de manera diferente. Cuando mi esposo me hablaba de su «historia» yo no podía creerlo, no a él, sino que él hubiera vivido algo tan distinto a lo que yo recordaba haber vivido. ¿No habíamos tenido la misma vida? Si, pero no las mismas vivencias, no las mismas emociones.
¿Y por qué?
Leí una frase, cuando estaba intentando comprender qué nos había sucedido. No te cambian por alguien mejor, sino por alguien más fácil. No entendía que siendo felices, durante 21 años, con 3 hijos a los que los dos amábamos, y cuando muchas personas nos consideraban una pareja «modelo y envidiable» estuviéramos pasando por esa situación.
Desde chica he sido la niña del ¿y por qué? Para mí las cosas necesitaban tener una explicación. Mi esposo quería separarse, me dijo que quería «Vivir». ¿Y por qué? preguntó mi mente. Una vida Dos historias era lo que parecíamos tener.
¿No tiene la vida que el quiere, haciendo lo que el quiere? ¿Es por el trabajo, no le gusta el horario de trabajo que tenemos? ¿Por qué se quiere separar si éramos felices? En ese momento teníamos una empresa, varias tiendas, más de una docena de empleados y trabajábamos los fines de semana SIEMPRE. Yo no había elegido ese horario, ni siquiera ese trabajo. No creía justo que él me dejara porque no le gustaba su vida. Y me dí cuenta que yo estaba equivocada. No era un problema con su vida, con el trabajo, con los horarios, sino con cómo nos estábamos relacionando nosotros. Era un problema con sus vivencias. No era feliz. Y yo no lo sabía.
Una Vida Dos Historias
No nos cambian por alguien mejor, sino por alguien más fácil. ¿Y por qué? Qué quiere decir esto. Mi mente nunca dejó de buscar explicación. Pensar que «el amor se muere» o «las parejas se separan» para mi era mal de muchos y consuelo de tontos. Tenía que haber un porqué, necesitaba encontrarlo.
Si el motivo para un divorcio, irse con otra, no era porque necesitara más sexo, (lo teníamos y era estupendo) no era porque le molestara su trabajo (lo había elegido él, juntos habíamos emprendido y llevábamos 12 años trabajando mucho y viendo los frutos de nuestro trabajo) si no era tener más libertad (él no tenía que rendirme cuentas, podía hacer lo que quisiera (y de hecho lo hacía) si no era nada de eso, tenía que haber otro porqué.
No nos cambian por alguien mejor, sino por alguien más fácil. ¿Y por qué? ¿Qué significaba eso? ¿Yo era difícil para mi esposo?
Pues si. En algunas cuestiones que yo había pasado por alto, de las cuales no había sido consciente, yo era difícil. Asumí mi responsabilidad, mi 50%. Porque en una pareja, cuando hay una crisis, ambos somos responsables de esta crisis. Muchas mujeres con las que trabajo, cuando llegan a mi, ya son conscientes de la infidelidad de su esposo. Y consideran que su problema es «la infidelidad», igual que yo lo pensaba. Pero a lo largo de los 10 años que llevo siendo coach en crisis de pareja, he comprobado que la infidelidad es un «síntoma» de una pareja en problemas y NO el problema de esa pareja.
Por eso mi acompañamiento se centra en ayudar a mi cliente a entender su 50%. A asumir su parte de responsabilidad en su propio dolor. A entender que nadie se separa siendo feliz. Lo que significa que si tu pareja se quiere separar es porque hay en su vida infelicidad.
Las personas huimos del dolor.
Nuestra mente ha evolucionado a lo largo de millones de años. Desde la especie primitiva que nos dio origen, hasta la mente más «humana». Sin embargo, toda la «evolución» sigue ahí. Un cerebro NO ha suprimido al otro.
El primer cerebro, el reptiliano, tuvo como fin último, como tarea esencial, la supervivencia de le especie. Su único objetivo era no morir. Por lo tanto, necesitó ser muy hábil a la hora de valorar el peligro. Si algo daba miedo o producía dolor, el cerebro reaccionaba. NO era algo consciente, racional, porque aún no habíamos llegado a tener el cerebro actual, el neocortex. Era algo instintivo. Y lo sigue siendo. Actuamos desde el instinto, desde el cerebro reptiliano, ante situaciones que nos producen dolor.
Y este cerebro solo tenía (y sigue teniendo) tres respuestas ante la situación «peligrosa/dolorosa». Atacar, Huir o Paralizarse.
¿Y de qué depende la reacción? En parte de nuestra personalidad, y en parte de la «medida del dolor».
La personalidad es algo que hemos heredado, al igual que la mente. Algunas personas tienen una personalidad pasiva a la hora de comunicarse, de relacionarse con otros. Algunas personas tienen una personalidad agresiva (aunque no necesariamente son agresivos, en términos de violencia, se refiere a la forma de comunicarse y relacionarse) y otras personas son pasivo-agresivas. Este tipo de personas se paralizan, no hacen nada, callan, hasta que el dolor de callar es más grande que el dolor de NO hacerlo y pasan de una personalidad pasiva a una personalidad agresiva.
Con la evolución, surge el neocortex, la inteligencia emocional, la capacidad de las personas para influir en sus propias conductas, decidiendo de manera consciente cómo quieren comportarse. Cambiar. Las personas podemos cambiar porque estamos dotadas de un neocortex que nos brinda la posibilidad de aprender, de dejar de actuar por instinto. Es ahí donde entra en escena la Comunicación Asertiva.
Las personas podemos aprender a ser comunicadores asertivos, dejando de ser comunicadores pasivos o agresivos. Pero ese cambio solo se inicia cuando somos conscientes de que «algo» no va bien y buscamos entender qué es lo que no va bien.
Tú no tienes la culpa de los genes que te han tocado, y de las vivencias que has tenido en tu infancia. Tu personalidad, ya sea pasiva, agresiva o pasivo agresiva, no surge de tu responsabilidad. Pero sí eres responsable de no haber hecho nada para cambiar algo que te lastimaba o lastimaba a tu pareja.
Dos Historias Una Vida
Tener una conducta pasiva es algo muy doloroso. Evitamos hablar. Callar duele menos que hablar, cuando somos pasivos. Y ese dolor, lleva a la parálisis. Ni atacamos, ni huimos. Mientras el dolor de callar sea soportable. Aguantamos, pero mientras tanto, nos vamos haciendo daño. Un daño que también sufrirá nuestra relación de pareja. Decir lo que nos duele, cuando nuestra pareja tiene una manera de comunicación agresiva «duele» mucho más que si su estilo de comunicación también fuera pasivo. Lo SANO y DESEABLE es que ambos lleguemos a adquirir una comunicación asertiva. ¿Pero como «solucionar» algo que desconocemos?
La interacción en una relación de pareja puede ser generalmente buena, con episodios de tensión. Así era en nuestro caso. Por eso, mi «visión» de la vida en pareja era diferente a la de mi esposo. El es altamente sensible y cualquier desacuerdo o discusión que para mí podía ser «poca cosa» , era algo que se quedaba guardado en su corazón. Era una gota amarga que iba llenando su vaso. Y con un vaso lleno, se dice Basta.
Ese es el día en el que puede empezar el cambio. No solo para esa persona, también para los demás. Cuando mi esposo pasó de tener una comunicación pasiva, a una comunicación agresiva, mi cerebro reptiliano entró en alerta, peligro, miedo. Y su reacción fue la de ataque. No huí , no me paralice, sino que me defendí de ese dolor, contraatacando.
Cosa que desde luego no nos benefició a ninguno de los dos, sino que nos fue alejando más. Hasta que pude comprender mi error, por suerte, antes de que fuera demasiado tarde para nuestra pareja y para nuestros hijos.
Una persona con el «vaso lleno» puede estar feliz ante la idea de separarte. NO porque ser una persona divorciada sea algo que le genere felicidad. Sino porque siente que ya no va a sufrir. Es normal.
Una Vida Dos Vivencias
Yo no podía entender cómo mi esposo se mostraba tan feliz de divorciarse!!! Si el siempre había sido alguien familiar.
El divorcio no es lo que nos da la felicidad. Cambiar aquello que nos generaba dolor es lo que la hace posible. Podemos hacer el cambio fuera de la pareja o podemos hacerlo dentro de la pareja.
Si estas en una crisis de pareja, si la palabra divorcio sobrevuela las conversaciones, escríbeme y puedo ayudarte a entender que pasos necesitas dar para que la única solución NO sea el divorcio, sino el cambio.
Hay muchas personas que se divorcian, forman una nueva pareja y a los dos años están otra vez solas. ¿Por qué? Porque no comprendieron que ellos tenían un 50% de responsabilidad en el fracaso de su primera relación. Tropezamos con la piedra hasta que aprendemos a quitar la piedra del camino. Es de humanos.
Necesitas comprender que el problema no es la infidelidad de tu pareja, ni tu personalidad, sino una incorrecta forma de comunicarse y relacionarse, por parte de los dos. Y sobre todo, la confianza, un exceso de confianza. En España hay una frase que dice ¨La confianza da asco». Y es que a nuestra pareja , a nuestros hijos , a veces a nuestros padres o hermanos, les tratamos sin «filtrar» nuestra reacción, podemos decir cosas que NO diríamos a un desconocido. Porque en general, tratamos a las personas con las que tenemos confianza igual que nos tratamos a nosotros.
Todo esto se aprende.
Aunque desafortunadamente, el maestro muchas veces es el dolor. Todos llegamos al cambio, al momento en el que decimos «basta» desde el dolor. Lo que no podemos es esperar que el otro cambie, sin yo cambiar primero. Es el paso necesario.